7 feb 2010

Candados...

Navego en esta barca a la deriva de los sueños que me prestas, navego en la inmensidad e impetuosidad de tus ojos, perdido y hallado a la vez, nerviosismo y tranquilidad, aquí dónde estoy, dónde me hallo.
No espero nada, nada quiero esperar si tú no llegas, no quiero descanso si no es en tu regazo, no quiero despertar si no eres la primera imagen de mi día, no quiero correr sin destino, si no es para llegar dónde estés, no quiero soñar, si no te sueño, no quiero velas en mi barco, no quiero mirar al cielo para interpretar las estrellas si tú no eres quién me las explica, no me quitaré la camisa sin desnudarme antes el alma, y arrodillarme para sentirme erguido a tu lado.
No volveré a escribir sin que seas tú mi musa, sin que me explore mi memoria con recuerdos infinitos que intentar plasmar aquí, no pensaré que escribir, porque eres tú la que la que sin pensar me llenas de esta eterna felicidad. Musa despistada, coraza de hielo, perfume soñoliento, bruma de esperanza, terroncito de azúcar, miel en los labios, alma sin piel.
Creí, esta noche, ver cada gota de lluvia caer por el cristal de mi ventana, dejar tras su rastro las líneas que pintan tu cara, me quedé prendado de la sutileza de la naturaleza que tan cerca de mí te deja, de esa casualidad que por azar comienza, de esa manera que entras en cada uno de mis sentidos los recorres y vuelves a salir de ellos dejando tras de ti esa estela perpetua de soledad. Soledad que enfrentado a tu mirada tiñen de esperanza la luz que cada mañana entra por la ventana de mi habitación y que juguetona dibuja tu silueta en mi pared. Aferrado cómo demente a esa silueta perpetua en mi pared. Y mi soledad se viste de luto, porqué llenas ese rinconcito que sabe a poco en mis noches oscuras, porque me acompañas sin condiciones a dónde quiera ir, porque dejas que me equivoque para que aprenda, porque estás tan cerca…pero te siento tan lejos. Porqué llegas y te vas, porqué grito en silencio y me callo cuando hablo si estás cerca. Porqué florece cómo la primera vez cualquier flor que mires, porqué congelas el sol, eclipsas el sol con tu eterna sonrisa, porqué me llenas de calma, inquietud, porqué me hago valiente a tu lado, porqué salto al vacío cada vez que te da por mirarme.
Princesa encantada de cualquier cuento, pero tan real cómo esta sensación de agobio, miedo, dulzura y ternura que me prestas con tu presencia. No me canso de soñar despierto, de volar en las nubes de tu pelo, de robarte miradas para que no me mires, de rajar los retales de un amor que hiela mi corazón cada anochecer y no estás. Porqué estás y te vas, llegas y te marchas, porqué cierro los ojos y estás a mi lado, y me aferro a cualquier eterno recuerdo de tu presencia.
Dame, dame esa llave, la llave que abre ese rincón del paraíso que es tu corazón, que la llave de mi felicidad, de mi vida y eternidad, la tienes en tu posesión. Dame la llave de tu felicidad, que reventaré cualquier candado que tengas puesto a recuerdos que te hacen sufrir. Porqué me das todo y nada a la vez, porqué me tienes atrapado, bueno, tienes a mi corazón atrapado, tienes la posesión de mi verdad absoluta, eres por quién robaría la luna, y la volvería a entregar. Porqué eres la casualidad de mi vida…

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