26 abr 2010

Tu pecho, mi almohada...

Recuerdo la almohada de tu pecho sobre la que descansaba aquella noche. Recuerdo la estrella a la que le secuestramos su brillo para que nos dejara a oscuras. Recuerdo tu mano enredada en mi pelo jugueteando con él. Recuerdo mi mano en tu vientre intentando descifrar su suavidad. Recuerdo el sonido de la noche, la tranquilidad del reposado mar, la sinfonía perfecta del baile de estrellas, el ronroneo de la brisa que por azar movía tu pelo.
Murió la noche pariendo al día, tonos anaranjados maquillaban tu cara con su reflejo,  el sol naciendo coloreando  tus párpados entreabiertos, las olas del mar mojándonos los pies, la luna aún en el firmamento sin querer desaparecer.
Al odio me susurraste que morías por mí con tu voz, esa tranquilidad, esa paz que en ella se encuentra, ese perfecto despertar. No quise despertar de éste momento.
Paseamos aquella noche sobre las huellas de otro amor que el mar borró, paseamos escribiendo con nuestras huellas otro caminar, de las manos acurrucadas y bañadas por espuma de mar hacia el infinito caminamos sin mirar atrás. De destino ninguna parte con rumbo ningún lugar, guiado por la rosa de los vientos que es tu mirar.
Me devolviste la vida ahora que no tenía más, me llenaste de luz todo lo que era oscuridad, me quitaste esa venda que no me dejaba mirar, me cogiste de la mano ahora que quería caminar, me enseñaste dibujar tu silueta en la arenita del mar. Me enseñaste a sentir el frío a describir la felicidad, me enseñaste lo que era la vida que no es más que tu despertar.
Negocio con mi parca mi momento final, ese que no ha de llegar, porque si muero de amor en esta vida  no me hará falta una vida más, porque mi muerte no tendrá sentido si también es tu final.  Porque en tu cuerpo muero cada noche sin querer resucitar, pero me salvas del abismo con tu sonrisa al despertar. Y aquí estoy, pendiente del reloj, contando cada segundo sin parar, a que llegues con tu sonrisa y me vuelvas a enamorar.
Y así sin querer algo me consiguió despertar del profundo sueño que no tiene principio, intermedio ni final. Porque la que vela mis más profundos sueños eres tú y nadie más, eres la prisionera perpetua de mis manos cuando te necesito piropear.
No hay vuelta a nada más, porque todo queda y aquí comienza de nuevo la historia, pero más fuerte y más feliz...
P.D.: Dejaré de fumar…para que no te moleste.. jeje

3 comentarios:

Whitney dijo...

Yo sólo busco, que me tiemblen las piernas, que seas de esos...que nadie recomienda!
=)

Seba dijo...

Miedosa...jajaja

Anónimo dijo...

bonito bonito