9 mar 2010

Cántame...

Vuelan letras en mi mente, configurando el peor de  los paisajes hostiles que pudiera darse. Una guerra,  un desierto desolado, restos de una batalla, charcos de sangre inundando el suelo dónde se refleja mi cara, espesa niebla entre los árboles de final del camino, olor a adiós.
Encadenado a esa sonrisa de la que un día fui prisionero, condenado a luchar por algo tan efímero como mi soledad cuando tú estás, y encima ahora se pone a llover y no tengo paragüas.
Allí con mi mirada perdida en el horizonte de tus labios, aferrado al atisbo de ilusión que me quedaba, sin pensar ya en ti, en tus miradas letales, en tus sonrisas perdidas de cada atardecer. Recorría las gotas de lluvia mi cara, dejando tras de sí, el rastro de otra guerra sin final. Retales de mi andrajosa ropa bailaban al compás del viento,  y caí en el suelo, imaginando el silencio que se apoderaba del final.
Allí con mis rodillas en el suelo, sintiendo el frío del negro atardecer,  pensando en todo lo que di sin que lo merecieras, de todos  y cada uno de los besos que hicieron de soldados, de cada una de las letras que hicieron de escudo en mitad de la lluvia de flechas,  de cada batallón de caricias que perecieron sin sentido alguno en esta guerra. Este era el final de la historia, no tenía más aliados ya para luchar en una guerra que desde su principio, tenía escrito su final.
Seguí allí en el suelo,  y la luna ganó su habitual batalla al sol, nada que decir…nada que no seas tú…
Y apareció de nuevo la luz, de nuevo esa ilusión, esa tempestad llena de calma, esa mirada que me colapsa mi sangre, esa calada de aire fresco que borra el aire viciado de un amor con restos de otro amor fracasado,  otro susurro, otra caricia que recorre mi cara,  otra espada de amor acuñada con versos, esta vez, sin dolor…Otra batalla, pero en misión de paz, otra vez, otro aliado en busca de la verdad…
Ahora que sobre la muerte bailé, ahora que todo lo que tenía perdí, ahora otra vez… apareces, y siento que jamás te marchaste de aquí, porqué entre tanta violencia de amor, siempre fuiste  la bandera blanca de paz, siempre trinchera de mi soledad, siempre luz y calor en medio del frío y la oscuridad, dulce canto de ruiseñor…siempre el amanecer de un nuevo día y el perpetuo atardecer en primavera, siempre  fuiste la paz y no la guerra, siempre estuviste conmigo… y ahora lucharé por conquistar la más deseada de las fortalezas, tu corazón.
Me levanté y grite al cielo que por ti moriría otra vez sin temor, esta vez sin miedo a perder, esta vez sabiendo que tú estás detrás,  esta vez, porque sé que voy a ganar.
Y ahora cállate, que el silencio se apodere de los dos, cómeme la boca y empecemos lo que nunca debió de terminar… luchemos por ti y por mí, luchemos por un mundo para los dos…

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