2 ene 2010

Llaves...

Sigo aquí refugiado en mitad de la tempestad de tu mirada. Sigo bajo la lluvia fina de tu sonrisa que cala mi alma, perturbando cada pensamiento de inquietud que me das sin pensarlo.
No me mires, es lo que te pido, porque me matas, porque tu mirada se introduce tan dentro de mí que nada ni nadie lo puede sacar. Recorres mi interior explorando los más ocultos sentimientos y los haces florecer. Es tu mirada, la dulce droga adictiva de la que no quiero desengancharme. Es tu mirar la eterna primavera en cualquier despertar, flores silvestres del campo, agua saltarina del arroyo de tu pensar. Es luz en la infinita oscuridad, es la sentencia del recluso que te quiso soñar, es dulce condena de mi mente sin ser ni estar.
No me mires que me matas, me clavas los luceros que tienes en la cara desbordando el río que es mi soledad, no me mires que desbocas mis sentidos si no te puedo tocar, no me mires por mirar, mírame para amarme sin miedo nunca a mirar atrás. No me mires para apagar esta dulce sonrisa que me sale con tu mirar, no me mires por ocultar los destinos a los que la vida nos quiera llevar. No me mires sin mirar, mírame para enseñarme cómo se hace camino al andar.
Déjame pensar, soñar e incluso tal vez, volar. Déjame inútilmente, déjame pensar, que te quiero en mi vida sin que se termine este final, déjame correr sin destino para en tu cuerpo poder parar, déjame caerme para que tan sólo tú me puedas levantar, déjame, volar si puedo para robar las estrellas de tu cielo que alumbran en la infinidad. Déjame tenerte cerca para no olvidar, déjame dónde me quieras dejar, que sin ti a mi lado no quiero andar.
Tírame besos de miel desde tu ventana, cuando el crepúsculo gane la batalla al día, tírame cada uno de tus pensamientos que quieras olvidar, que yo con mi espada acuñada de versos te prometo destrozar, tírame tu sonrisa y déjame coquetear, que juntitos de la mano, yo, no tengo miedo a saltar.

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