2 feb 2010

Humo que vuela...


Allí estaba yo, sentado en ese viejo sillón orejero de piel burdeos, mirando aquella chimenea saltarina y juguetona dónde quemé la última carta que escribí, en mi mano otra copa de whisky con hielo, cigarro en los labios y humo espectral en el salón. En la maltrecha mesa agrietada por los años, papeles desordenados de cualquier sinfonía de agonía que nunca conseguí terminar de componer. Desde la ventana se veía la triste figura de mi ser difuminada entre las sombras de esa candela, maldecía mi conciencia porqué mi musa ya no me inspiraba.
No quiere visitarme la inspiración, a voces la llamo, y su silencio es el que me contesta. ¿dónde están las horas eternas sin parar, las sonrisas escondidas tras cualquier mirada, los besos de esos que tú y yo sabemos, las estrellas custodiando a la luna, los pensamientos infinitos, los cafés endulzados con tu sonrisa, las lágrimas escondidas…?¿dónde estás?. Te volatilizaste de mi mente, sacudiendo tu recuerdo, eliminando esa inspiración que me alumbraba al despuntar cualquier día.
Sigo aquí, en la oscura soledad de este salón, sentado, pensando en tu sonrisa para inspirarme, pero no consigo describirte como antes lo hacía. No consigo enlazar letras para decirte cuanto y más te quiero. Pero recuerdo las miradas fugaces entre los dos, esa milésima en la que parabas mi mundo, ese segundo que acababa, esa puesta de sol en tus ojos, esa sonrisa traviesa que encarcela mi mente. Me sigues hablando nublando todo a tu alrededor que se difumina como cualquier paisaje… No sé qué falló, si tú o si yo, o nosotros dos, O esta caprichosa vida que me condena cautivo de los pensamientos de tu mirada.
Hoy me volví a encontrar contigo. Andaba rápidamente con prisas, el aire olía a ese salitre que el levante un día nos regaló en la playa, de nuevo esa mirada fugaz, ese capricho de la vida, ese palpitar estremeciendo mi maltrecho corazón, esa lluvia calándonos otra vez. Me miraste y todo aquello que un día desapareció, volvió a resucitar los sentimientos que murió una mañana. Se volvió a parar el reloj, a la bendita hora de las 6 de la tarde. Sí, eras tú…
-Hola, parece que te trata bien la vida después de todo. Te dije
-Eso parece. Me dijiste.
- Has cambiado muchísimo, no sé si para bien o para mal.
- La vida no me trata tan bien…
Mi mirada habló por mí, recorrió de nuevo tu mirada, muriendo ésta triste mirada en tus labios de azahar. Recuerdos olvidados ahora vuelven a florecer, tu mano, mi mano… ¿Qué nos pasó? . Se acabó aquella historia que nunca debió empezar, aquel camino que aún estaba por asfaltar, aquel rocío de madrugada calándonos a los dos por igual, aquel abrazo eterno delante del sol. Se acabó el vendaval de felicidad que me dabas, se acabo todo, casi sin apenas empezar.
Seguía el tiempo parado, pero el sol se fue a dormir, mientras los dos hablábamos, la luna salió a vernos caminar, las estrellas bailaron de nuevo en el lienzo de nuestro cielo. Horas convertidas en segundos, mi mirada perdida en la tuya eternamente seguía. Te acaricié de nuevo la cara, y tu mirada se perdió en la mía…buen comienzo para un triste final ¿no?.
Pero todo se fue con el humo de mi cigarro, tan sólo fue este triste pensamiento cautivo de tu ser. Nunca más…

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